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“El problema de Europa no son las promesas, el problema de Europa es el cumplimiento de las mismas. Del incumplimiento nace la desconfianza. La Europa de las personas no es nada si no se las escucha. Seor Snchez, hoy le hablo en su lengua materna pero no la ma, porque los que tenemos el cataln no podemos ejercer derechos fundamentales porque esa Europa de las personas que deba defender no nos incluye. Mi libertad de expresin vale menos que la suya. Seor Snchez, las oportunidades hay que aprovecharlas. Si se dejan pasar de largo las consecuencias no son agradables“. As, con esta advertencia y amenaza, ha cerrado este mircoles Carles Puigdemont su alocucin directa al presidente del Gobierno, Pedro Snchez, acaparando la atencin, monopolizando la sesin y amargando la digestin del cierre de presidencia. Del Consejo de la UE.
Puigdemont ha sido claro, sin ningn tipo de matiz ni posibilidad de engao. Le ha reprochado que en este semestre espaol no se haya votado en el Asunto de Consejos Generales para incluir el cataln como lengua oficial. Y le ha avisado de que habra “consecuencias”. Irnicamente, unos minutos despus, el tambin independentista Jordi Sol ha participado hablando parcialmente en cataln, y Ana Miranda, del BNG, totalmente en gallego/portugus, como hace habitualmente.
En su turno de rplica, 45 minutos despus, Snchez ha evitado el choque y le ha tendido la mano. “Al seor Puigdemont le digo que est en nuestras manos lograrlo, y la ley de amnista es un paso importante. La respalda una amplia mayora en el Parlamento, es constitucional y solo persigue la concordia. Vamos a continuar promoviendo el uso de lenguas cooficiales de nuestro pas”, ha dicho de su polmica estrategia para “sembrar la concordia entre compatriotas y acabar un conflicto”.
Es la primera vez que ambos dirigentes tienen una interlocucin ‘directa’ desde la huida a Blgica a finales de 2017 del ex president. Hace casi cinco aos, en enero de 2019, el presidente espaol acudi al hemiciclo para hablar tambin de Europa, pero en esa ocasin Puigdemont, Comn y Ponsat no tenan todava su acta, y fueron sus colegas los que le reprocharon al presidente el encarcelamiento de “presos polticos”. Hoy, el intercambio ha sido a unos metros de distancia, sin tocarse, pero en persona.
El presidente ha hablado de la presidencia, de estos seis meses, de los logros y xitos. De los acuerdos en el seno del Consejo y de los trlogos, que han batido un rcord en 2023. Ha pedido el “fin de los bombardeos” en Gaza, reprochado sus posiciones a los partidos euroescpticos y ha celebrado la “reforma histrica del mercado elctrico, mencionando “los posibles abusos de algunas multinacionales energticas”. Pero ha arrancado antes que nada atacando al Partido Popular, mencionando media docena de veces a la ultraderecha, y asegurando a los presentes que la victoria electoral fue una buena noticia para el continente. Ha hecho una intervencin mucho ms nacional, agresiva y combativa de lo que se esperaba. Defendiendo no slo la Ley de Amnista y los acuerdos de Gobierno, sino acusando al Partido Popular de justo lo que a l ms le reprochan: “Nuestra democracia es joven respecto a otras, imperfecta como todas, pero superior en calidad a alguna de las mas antiguas. Somos un pleno estado de derecho, y si no estamos mejor los rnkings es porque hay un caso claro de lawfare al secuestrar el PP la renovacin del CGPJ. Debemos terminar este atropello”, ha espetado.
“Europa ha ganado con un aliado progresista”, ha dicho nada ms arrancar, asegurando que los ciudadanos tuvieron que pronunciarse ante una dicotoma. De un lado, “un pacto de la derecha con la ultraderecha para derogar los avances sociales, econmicos y medioambientales y aplicar las recetas fracasadas neoliberales que tanto dolor crearon en el pasado. La otra opcin era la de las fuerzas progresistas que, con sus diferencias, quieren seguir avanzando y apostar por la justicia social, la dignidad laboral, el respeto para convivencia, sociedades abiertas, causas justas como feminismo y las transiciones verdes y digitales y el fortalecimiento del proyecto comn, la UE”, ha dicho.
Las crticas le han llegado enseguida, con dureza aunque infinitamente menor que en el debate de hace dos semanas en el mismo sitio, de casi todas partes y es quizs el hecho poltico ms llamativo. Porque le han atacado desde las filas populares, exigindole que “no socaven el Estado de derecho en Espaa, no creen un comit especial de lawfare y no permitan que un gobierno espaol sea supervisado por un cuerpo extrao en Ginebra”. Desde las filas liberales, si bien es muy revelador que su lder Stphane Sjourn no lo hiciera en absoluto y slo abordara cuestiones de la presidencia europea. O desde los conservadores, que escogieron a Jorge Buxad para arremeter contra su figura, tildndolo como “narcisista, manipulador, sin escrpulos morales que ha rendido las fronteras a la migracin masiva y ha arruinado la presidencia espaola y ahora quiere dar golpe a la democracia y pisotear la constitucin”. O de ID, el grupo que incluye a la Lega italiana.
Fuego amigo en la tribuna
Pero tambin hubo mucho ‘fuego amigo’, pues tanto Izquierda Unida como Podemos han usado su minuto para echarle en cara una presunta tibieza sobre Palestina, a pesar de que es uno de los lderes continentales con una posicin ms dura frente a Israel. “No es aceptable quedarse en palabras y no impulsar acciones y parar el genocidio de Gaza. Espaa debe suspender el acuerdo de asociacin con Israel, aprobar un embargo de armas y sanciones. No habr proyecto europeo sin credibilidad”, le han dicho Idioia Villanueva o Manu Pineda. Incluso el resto de independentistas ha lamentado la falta de resultados concretos en sus infinitas aspiraciones: “”Nosotros ponemos el referendo sobre la mesa, qu pone usted, seor Snchez“, le ha instado Diana Riba, de ERC. Slo los suyos, los socialistas, y muy tibiamente los verdes, lo han arropado o por lo menos no se han puesto agresivamente en contra.
“Hoy est aqu para presentar los principales resultados de la Presidencia espaola. Le echbamos de menos seor Snchez. Obviamente usted ha tenido otras prioridades en los ltimos cinco meses, y en consecuencia, su presidencia no es realmente una historia de xito. No se puede hacer Europa simplemente con una mano. Necesita ambas! Le esperbamos cerrar el acuerdo con Mercosur, un acuerdo que unira a 700 millones de consumidores en el mercado nico ms grande del mundo. Esperbamos que usted se asegurara de que Amrica del Sur no cayera en manos de China. Dnde estaba Espaa? Le esperbamos para una decisin clara sobre la membresa de Ucrania en la UE. Ha intentado hablar con Orban? Si el Consejo fracasa en el momento histrico, tambin es fracaso de Snchez. Le esperbamos para que la UE hablara con una sola voz sobre el terrorismo contra Israel, pero usted eclips la ltima reunin del Consejo debido a su ambicin personal, dividi a Europa cuando fue aplaudido por los terroristas de Hamas, probablemente para complacer al radical de izquierda Sumar”, le ha espetado Manfred Weber, lder del Partido Popular Europeo.
El presidente ha tenido una intervencin de 10 minutos, seguidos de otros de la presidenta de la Comisin Europea, Ursula von der Leyen, ante un hemiciclo semivaco, con un tercio de aforo aproximadamente. De los 31 oradores previstos, empezando por la plana mayor de todos los partidos, prcticamente la mitad eran espaoles. Otras delegaciones se pelean en Bruselas o Estrasburgo como los espaoles, y hoy mismo se ha visto. Otras nacionalidades llevan a Europa las cuestiones de poltica interna y se tiran los trastos. Pero Espaa lo ha profesionalizado y convertido en un trabajo a tiempo completo. En todas las instituciones, en todas las oportunidades, en todos los formatos, sin descanso.
Donde ha estado la accin de verdad ha sido al final. La sesin ha sido muy neutra, aburrida, silenciosa. Pero la intervencin de cierre de Snchez, preparada de antemano y por tanto no una respuesta directa a las palabras escuchadas, ha activado a un Parlamento dormido durante toda la maana. En los compases finales la sala ya estaba llena y se han escuchado gritos, abucheos, reproches, insultos, carcajadas y hasta los ladridos de un perro. Tambin aplausos y respaldo. Snchez ha atacado a la oposicin, nacional y continental, a las fuerzas escpticas y eurfobas. Ha defendido sus pactos, tendido la mano al independentismo y sobre todo, de forma nominal, se ha ensaado con Manfred Weber, que lleva aos golpeando a distancia casi sin rplica.
Le ha reprochado sus palabras, su apoyo a Feijo porque implicaba, inevitablemente, meter a Vox en el Ejecutivo. Y le ha ledo una a una las consideraciones de la formacin de Santiago Abascal y Buxad sobre la UE, para acabar con un tema que no puede ser ms brutal. No s si sabe lo que defiende Vox en las CCAA en las que est en el Gobierno con el PP o en los ayuntamientos. “Seor Weber, querra usted devolver a las calles de Berln los nombres de los dirigentes del Tercer Reich?”, le ha dicho.
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