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El 9 de agosto, un hombre era detenido en Badajoz por presuntos delitos contra la libertad sexual de menores de edad. Este mismo día, en la Costa de Sol (Málaga), la Policía Nacional informaba de la investigación de una presunta agresión sexual a una mujer. Dos casos en un mismo día que reflejan quiénes son los mayores afectados de esta violencia.
Las mujeres son las principales víctimas (86%), como certifica el informe anual de los delitos contra la libertad sexual. Durante el año pasado, las denuncias de ellas llegaron a 18.646, frente a las 3.092 de hombres. Y del total de delitos denunciados, el 42% de las víctimas eran menores.
Un dibujo con papel y lápices de colores o una historia relatada por un niño sirven a la psicóloga experta en maltrato y abusos sexuales María Calvente para detectar si el menor está sufriendo maltrato sexual. «Cuando son pequeños, normalmente no son conscientes de lo que les pasa». Por su consulta pasan niños a los que, inicialmente, sus padres llevan porque «les pasa algo, pero no saben el qué». Y ahí muchas veces aflora el abuso.
El informe anual de los delitos contra la libertad sexual muestra una disminución de dos puntos porcentuales en el último año en el caso de los menores, pero no supone un descenso de víctimas. De hecho, se anotaron 848 denuncias más que en 2022, hasta ese total de 9.185 víctimas menores de 18 años, el grupo de edad mayoritario desde que se publica esta estadística (2017). Al cierre del ejercicio pasado, los menores sufrieron casi un millar de abusos más que los jóvenes entre 18 y 30 años, el segundo grupo con más denuncias (6.698).
Una decena de delitos
El documento de Interior recoge 10 delitos diferentes: agresión y abuso sexual, pornografía de menores, exhibicionismo, agresión y abuso sexual con penetración, delitos relativos a la prostitución, acoso sexual, corrupción de menores/incapacitados, provocación sexual, promoción de la prostitución en nuevas tecnologías y contacto tecnológico con menores de 16 años. En la mitad de los 10 apartados, más del 80% de las víctimas está por debajo de la mayoría de edad. En promoción de la prostitución en Internet representan el 85%; en exhibicionismo, el 87%; en contacto tecnológico con menores, también un 87%; y en corrupción de menores o incapacitados sube al 94%, al igual que en provocación sexual.
Cuando se analizan las víctimas menores por sexos se observa una clara brecha de género: ocho de cada 10 menores agredidos eran niñas. El delito que más sufrieron fue abuso y agresión sexual (4.330). También es el más padecido por los niños, en un número muy inferior (875). El segundo delito más frecuente revela además una mayor gravedad en el caso de chicas:1.261 sufrieron una violación, mientras los niños que sufrieron abuso con penetración fueron 154.
Hay categorías donde la proporción de victimizaciones entre hombres y mujeres se dispara: el 83% de las agresiones y abusos sexuales fueron perpetrados a ellas y nueve de cada 10 menores violados fueron niñas. Los varones sí son la misma proporción de víctimas en tipologías como la provocación sexual y la difusión pública de la promoción de la prostitución a través de nuevas tecnologías (52% de niños).
Captación en Internet
Según el estudio Prostitución en contextos digitales del Ministerio de Interior, existen espacios digitales con formato de red social -como es el caso de Onlyfans- que están tomando mucha fuerza, fundamentalmente entre la población más joven. Además, se está normalizando el intercambio de imágenes o vídeos de contenido pornográfico a cambio de dinero. El estudio sitúa estos espacios como una vía muy probable de entrada a la prostitución, captadas para su ejercicio en el caso de las chicas o de consumo por parte de los chicos.
En cuanto al origen, la gran mayoría de víctimas eran españoles (84%), con colombianos (202), rumanos (125) y marroquíes (119) como siguientes nacionalidades.
El abuso a menores supone daños que se prolongan, intensifican o emergen ya entrada la edad adulta. Según explica María Torres, psicóloga clínica, por su consulta pasan pacientes adultos con problemas derivados de una situación traumática relacionada con un abuso sexual en una edad temprana. Expone que muchos no los identifican inicialmente con lo sufrido durante la infancia, pero deja secuelas, incluso «como trastornos de la personalidad, aunque lo más común son trastornos depresivos y de ansiedad».
A partir de su experiencia, muchas mujeres que revelan abusos sexuales o violaciones de niñas eran víctimas de algún familiar varón. «Suele ser el padre, hermano, tío o algún amigo de sus padres». Sin embargo, cuando la víctima es menor y varón su agresor no suele ser del ámbito familiar o de amistad, aunque sí alguien del entorno del niño, como «un cura, un profesor, un monitor…».
En cuanto a las secuelas, Calvente explica que «el abuso sexual en menores no se queda solo en la zona genital; afecta al conjunto de la persona, sus emociones, las conductas externas y las relaciones sociales». Por eso, las secuelas se extienden a su vida adulta. Una agresión de este tipo puede desencadenar dudas de su propia identidad sexual, que muchas veces queda tocada, más cuando el agresor es un familiar o un conocido al que le tienen cariño, «porque por un lado lo quieren, pero por otro lo odian».
Esta psicóloga explica que ambos sexos pueden tener ambivalencias con sus cuerpos, con emociones o sentimientos opuestos que viven al mismo tiempo. Por ejemplo, ese amor-odio o alguna tendencia a la hipersexualización. Otra de consecuencia frecuente del abuso sexual en la infancia son intentos de suicidio o de autolesión, tanto en hombres como en mujeres. Además, cuando crecen y tienen parejas «ambos suelen tener comportamientos de sometimiento y querer agradar a otro».
El informe nacional muestra también la relación de las víctimas y sus agresores: en siete de cada 10 agresiones el autor era totalmente desconocido. Los hombres registran más victimizaciones (80%) en las que no conocen a su agresor que las mujeres (73%). Cuando proceden del entorno, lo más común es que se trate de una relación familiar (6%), por delante de la de amistad (4%), laboral (1,8%) o escolar (1,4%).
Calvente enfatiza que los más graves son los abusos intrafamiliares: «Desencadenan una caída en la escala de valores y, cuando esta se pierde, la persona puede hacer cualquier cosa». Si los abusos se dan entre hermanos menores de edad, el agresor suele ser adolescente: «Están iniciándose en la sexualidad, tienen dudas e impulsos que proyectan sobre sus hermanos pequeños». Las víctimas ronda los seis o siete años y la situación comienza como un juego, ese «vamos a jugar a las casitas o vamos a la cama y hacemos lo que hacen mamá y papá». Al ser niños tan pequeñas no son conscientes de que es un abuso, pero cuando crecen emerge aquel daño.
Cuenta esta psicóloga el caso de un varón que fue abusado por su hermana mayor durante cuatro años. Este menor estuvo manteniendo relaciones sexuales con su hermana sin ser consciente. Pero cuando creció y empezó a salir con chicas, se le hizo presente. «En ese momento se dio cuenta que la primera persona con la que estuvo fue su hermana y que podría haberla dejado embarazada». Sus padres no tenían conocimiento de nada. Apenas en un 2% de los casos los progenitores detectan situaciones de este tipo.
En el ámbito familiar, cuando el abusador es uno de los padres, si la pareja tiene varios hijos, normalmente solo uno de ellos es abusado, «el favorito del padre o el de la madre», comenta esta psicóloga clínica. Sin embargo, cuando el que agrede es ajeno a la familia, pero es conocido de esta -amigo, profesor…- la situación es distinta: «Cogen a uno de ellos cuando es pequeño -al mayor de los hermanos, por ejemplo- y conforme va creciendo y dejan de ser niños lo sustituyen por el hermano menor». En estos supuestos, el hermano mayor que ha sido abusado, alertado por lo que le puede ocurrir al pequeño, denuncia la situación.
“Catastrófico”
Calvente subraya que uno de los casos más peligrosos es cuando la madre abusa del hijo, una proporción de casos muy pequeña, pero con «consecuencias son catastróficas». Puede desencadenar una disociación de la personalidad o repetir las agresiones que vivieron con otras personas. «El impacto es tan grande que la tendencia a la repetición es mucho mayor».
A la vista del informe de Interior, la especialista añade que «en la mayoría de ocasiones, de entrada, no hay denuncia. «Lo exponen cuando lo trabajan en terapia, y el documento solo recoge las denuncias interpuestas. Casi todos mis pacientes no están en esa estadística». Hay otro matiz importante: «El abuso no ocurre una sola vez, normalmente las víctimas suelen ser abusados durante un tiempo extendido». Es decir, la gravedad del problema es superior a las cifras.
Los datos de Interior aporta también evidencias de los investigados. En 2023, 13.767 personas fueron detenidas por delitos contra la libertad sexual, de las cuales, el 93% eran hombres. En cuanto a la nacionalidad, más de la mitad son españoles (63%). Esta tendencia se mantiene cuando se analizan los datos por franjas de edad, a excepción de los investigados entre los 31 y los 40 años (2.761). Aquí el 50,7% de los detenidos procedía de fuera de España. Si centramos el foco en el origen de estos, la mayoría proceden del continente americano (603), seguidos de África (399) y, por último, de un país de la UE (214). Por país, en primer lugar aparece Marruecos (246), seguido de Colombia (162) y Rumanía (100).
Ciberdelincuencia
Internet aparece repetidamente como un escenario que ha favorecido prácticas de abuso sexual. En ese ámbito, el pasado año se constaron 1.866 casos, 116 más que al cierre de 2022, pero por debajo de la cifra de 2020, marcado por el confinamiento por la pandemia, que dejó 2.029 incidencias de esta tipología.
En la ciberdelincuencia sexual, también son los menores los más afectados. Ocho de cada 10 víctimas eran menores. El dato más alarmante está en que el 39% de estos delitos está relacionado con la pornografía infantil, registrando en 2023 la segunda cifra (726) más alta de los últimos siete años, 28 menos que el tope de 2019.
El perfil de la víctima a través de la red es una mujer menor de 16 años (66%) y el delito que más sufren son contacto con finalidad sexual. A partir de la mayoría de edad, esta vía para cometer delitos desciende de forma clara. Los investigados más numerosos, hasta el 96%, son hombres entre 18 y 30 años (275), seguidos de cerca por los hombres que tienen entre 41 y 64 años (257). De total de investigaciones (814) realizadas por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, el 80% de las detenciones e investigaciones se realizaron por delitos de pornografía infantil (521) y por contacto tecnológico con fines sexuales con menores de 16 años (123).
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